viernes, 22 de mayo de 2009

Los hijos también sufren consecuencias graves, gravísimas,reversibles o no en su salud física y mental.


En la violencia familiar, los hijos, son también víctimas o testigos de la violencia instaurada en las relaciones familiares.
Los padres transmiten a los hijos costumbres, tradiciones, valores y modelos de relación y de conducta. Son los primeros agentes socializadoresdel niño, en especial cuando se trata de transmitir el modelo de padre o madre, que queda grabado a lo largo de toda su vida.
Las consecuencias de estas conductas son observadas en los hijos de cualquier edad, pues se les expone o son también víctimas de comportamientos negativos que los afectan en su salud física y mental, en su educación, en sus relaciones interpersonales, en sus futuras relaciones de pareja y en su eficacia y productividad como personas dentro de la sociedad.
En una relación interfamiliar caracterizada por el abuso, la violencia y el maltrato, podemos escuchar con frecuencia, al padre abusador, que impone al hijo, formas no asertivas de disciplina, y que le dicen, “soy tu padre y tienes que hacer lo que yo diga“, “es por tu bien”, “a mí me educaron así”, “debes hacer lo que yo digo, por eso eres mi hijo”, con el convencimiento de que los niños les pertenecen y que tienen un derecho absoluto sobre ellos y sobre su futuro. Estas concepciones también están avaladas por la costumbre, la educación, la tradición y los modelos que
presentan los medios de comunicación.
En contraposición, se escucha a la pareja víctima de maltrato, frases como “lo haces para molestarme”, “que quieres que haga, es tu padre”, “nadie nos puede ayudar”, “estamos solos” o “no me siento bien”, “ahora no... busca que hacer por allí”, “no molestes”, asociado a sentimientos de infelicidad, inadecuación y baja autoestima, por parte de la víctima, que desplaza a los hijos el abuso y maltrato recibido.
En este tipo de relación, la comunicación con los hijos es ineficaz pues se caracteriza por ser controladora, atacante, condenatoria, dogmática, manipuladora, vejatoria. Muchas veces busca cambiar una conducta en los hijos, pero notoriamente hiere la autoestima, genera desmotivación, crea confusión y no permite que los niños se sientan aceptados, reconocidos y valiosos., interfiriendo en un desarrollo físico y mental adecuado y saludable.
En respuesta, los hijos, al recibir maltrato tanto del agresor como de la víctima, muestran conductas perturbadoras, agresivas, apáticas, de retraimiento, ansiedad o timidez, con claras muestras de una autoestima baja, inseguridad y dificultades para relacionarse con los demás. Puede también desplazar su agresividad y arremeter contra sus hermanos menores, niños más pequeños o ancianos o hacia mascotas u objetos o desplazar estos modelos de comportamiento (violencia/sumisión) a la escuela y el vecindario.. Es entonces cuando encontramos casos de niños con problemas de aprendizaje y problemas de conducta: niños agresivos, niños incontrolables, niños tímidos, niños retraídos, niños que no aprenden, niños
con problemas de salud, niños con todo tipo de problemas psicológicos, pues
la violencia familiar afecta su desenvolvimiento y desarrollo físico y mental..
Las conductas de violencia o de sumisión se repetirán una y otra vez en una y otra generación y en todos los ámbitos de relación, si no se hace
algo por eliminarlas.
¡Un día no muy lejano, los hijos, también,
irrespetarán y ejercerán violencia contra los
padres cuando sientan a estos vulnerables!