viernes, 13 de agosto de 2010

Hombres y violencia de género


Hacemos referencia al hogar por tratarse del contexto en el que las relaciones de pareja consolidan y apuntalan esa desigualdad entre hombres y mujeres, pues es en él donde se marcan las diferencias fundamentales de los roles y sobre el que se establecen también las diferencias para su desarrollo, lo masculino en el espacio público y lo femenino en el privado.
Y de esa desigualdad nace la violencia dirigida a las mujeres, violencia de género que surge de los roles e identidades asignados a hombres y mujeres, no de la dotación cromosómica de unos y otras, con el objetivo de mantener la posición de superioridad y sobre ella el status, pero también de perpetuar las diferencias y la desigualdad de la cultura sobre la que se han construido.
Si desandamos el camino, y seguimos las migas de cada una de las etapas que han conducido a la violencia de género, comprobamos que su origen está en una forma de entender la masculinidad y el ser hombre, que conlleva la violencia como posibilidad, y por desgracia, con frecuencia como realidad. La solución, pues, pasa por actuar sobre los elementos que configuran ese modo de entender la hombría, para modificarlos y evitar que la identidad masculina incorpore los roles que pueden llevar al recurso de la violencia sobre la mujer.
No basta, en consecuencia, con abordar -por ejemplo- el problema en los hombres que ya han utilizado la violencia sobre sus parejas. Es importante hacerlo para evitar que vuelvan a acudir a este argumento y para que respondan por lo realizado, pero la solución pasa por transformar las referencias culturales que hacen de la sociedad un espacio de convivencia sin igualdad, objetivo que se conseguirá mediante la educación, la sensibilización y la concientización, pero también llegando al núcleo del problema para evitar que muchos de los hombres que ya han recogido las migajas que otros soltaron,
desanden el camino y puedan llegar a un lugar más cómodo y beneficioso para la convivencia en igualdad y para su propia salud ciudadana.
No se trata de pedirle a los hombres que dejen de ser hombres, sino que sean más hombres, y ello significa romper el anclaje absurdo y caducado de la hombría para incorporar valores y elementos que destaquen el componente humano sobre el elemento animal de la fuerza y la violencia, nuevas referencias que llevan a convivir en igualdad sobre valores y sentimientos compartidos, no sobre gestos y acciones individuales.
Desde un enfoque integral de la violencia de género excluir a los hombres como objetivo específico de intervención no es adecuado. Son ellos quienes producen mayoritariamente el problema en lo público y en lo doméstico, y son ellos los que aun tienen más poder social, necesario para tomar decisiones privadas, públicas y políticas para la erradicación de la violencia de género.
Incluirlos supone tenerlos en cuenta como sujetos posibles, no sólo de sanciones judiciales, sino también de investigación, prevención y compromiso.
La Reunión Internacional De Personas Expertas En Varones, Masculinidad Y Género, Brasilia 2003, se centró en analizar las estrategias exitosas en diferentes
partes del mundo para implicar a los varones en la promoción de la igualdad de género y la paz, en identificar los obstáculos al cambio y en reflexionar sobre los pasos a priorizar para lograr la plena participación masculina en la construcción de dicha igualdad, insistiendo en la necesidad de que ellos vean el beneficio que para las mujeres —y secundariamente para ellos mismos— tiene esta tarea.

Síntesis de las Recomendaciones del grupo de personas expertas:
• «Las políticas de género deben incluir intervenciones con los hombres, porque su aporte en el logro de la igualdad es imprescindible, y porque es necesario evitar responsabilizar solo a las mujeres de la lucha por la igualdad. Para ello:
• Debe apostarse por incrementar el aumento de los hombres responsabilizados
por la igualdad, aliados y no adversarios de las mujeres, así como aprovechar a los varones ya implicados en esa tarea.
• Es necesario trabajar con los hombres con poder social y cultural, para que estimulen la responsabilización masculina en el logro de la igualdad, desafiándoles a utilizar para ello las tradicionales «habilidades masculinas» para implicarse (liderazgo, valentía, uso del poder).
• Las políticas gubernamentales deben considerar cambios legislativos y educacionales para responsabilizar a los hombres de su papel en el mantenimiento de la desigualdad, para que vean sus efectos en las mujeres y en ellos mismos, y para que asuman su deber de implicarse en la promoción de la igualdad.
• Deben promocionarse los nuevos valores y comportamientos que los hombres deberían incorporar para que las relaciones de género fueran igualitarias, saludables y pacíficas. Por ello es necesario priorizar la prevención, la sensibilización y la formación, pues son la llave para el cambio de mentalidad y comportamiento.
• Hay que promover el desarrollo de nuevas identidades masculinas, superando obstáculos y resistencias, apoyándose entre otros factores en las historias y culturas donde los hombres igualitarios existan.
• Es necesario movilizar a los hombres contra la violencia de género.
• Debe fomentarse la acción educativa para erradicar el comportamiento masculino la misoginia, la homofobia y la sexualidad como mercancía.
• Hay que reconocer la diversidad masculina en cuanto a comportamientos y privilegios sociales, atendiendo especialmente a los inmigrantes, los de culturas muy misóginas, desempleados y de etnias no hegemónicas.
• La financiación para impulsar estas acciones no debe hacerse a costa de los presupuestos para las mujeres.
Según el grupo de expertos, las recomendaciones deberían desarrollarse en cinco áreas: salud y sexualidad, vida familiar, trabajo doméstico y conciliación de la vida familiar, doméstica y personal, socialización y violencia de género —que incluye entre otras, la violencia de pareja, la violencia sexual, el acoso laboral a las mujeres, o la prostitución y la pornografía—.
Las recomendaciones que se plantean para el área de la violencia de género apuntan a lograr que los hombres se convenzan de que dicha violencia no es un problema femenino, sino que es un problema masculino que afecta a las mujeres por el hecho de serlo, de que hay que implicarlos en la erradicación de dicha violencia, así como alentarlos a desarrollar estrategias para actuar sobre la prevención y la promoción de la paz, dirigidas a los maltratadores, abusadores, acosadores, cómplices silenciosos, y luchadores contra la violencia de género.
Desde ese objetivo, la reunión recomienda:
– Alentar a los hombres y jóvenes a que tomen parte activa en la prevención y eliminación de todas las formas de violencia, especialmente la de género, comprometiéndolos como agentes de cambio.
– Formular programas contra la violencia que refuercen la implicación masculina en su diseño, implementación y evaluación.
– Desarrollar campañas educativas que promuevan una masculinidad antiviolencia.
– Apoyar a organizaciones y redes que trabajen con hombres contra la violencia de género.
– Incluir en los materiales sobre violencia, información sobre hombres y masculinidad.
– Entrenar a líderes comunitarios en cuestiones de género y en la importancia de dar modelos de hombres no violentos a los jóvenes.
– Desarrollar programas efectivos para los hombres que ejercen violencia.
– En cuanto a investigaciones necesarias de implementar, se recomiendan tanto estudios sobre las relaciones de la masculinidad y la violencia contra las mujeres en los diferentes momentos del ciclo vital y en diferentes contextos sociales, como investigaciones sobre conocimientos, actitudes y prácticas respecto a la violencia de género, y sobre estrategias que alientan a los hombres a posicionarse contra
dicha violencia.
Los medios de comunicación, la escuela, los grupos de varones, los líderes comunitarios, deben ser recursos fundamentales para desarrollar todo esto.
Estas recomendaciones representan las primeras conclusiones convenidas internacionalmente sobre el papel de los hombres y los niños en el logro de la igualdad de sexos y que hoy día son una referencia imprescindible para el actuar futuro en la tarea de implicar a los hombres con la igualdad y contra la violencia de género.

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