viernes, 24 de abril de 2020

Disfrutar la soledad… acaso eso es posible?



Bueno definamos primero la soledad:

· Circunstancia de estar solo o sin compañía.
· Sentimiento de tristeza o melancolía que se tiene por la falta, ausencia o muerte de una persona.

Generalmente solemos definir a la soledad a la luz de la segunda acepción de la palabra, como un sentimiento malo, si cabe la expresión, o negativo en todo caso.
La soledad es la circunstancia de estar solo o sin compañía, y esa circunstancia es la que genera en la persona el “sentimiento de soledad” que es el que se hace, en tantos casos, muy difícil de sobrellevar.
En relación a la temática del blog, quisiera hablar de la soledad a la luz, justamente, de esto. Y es que para aquellas personas que les toca atravesar por relaciones tóxicas o abusivas, la soledad muchas veces es el pan de cada día. Sea que la pareja siga junta, en cuyo caso la soledad es bastante dolorosa, porque se está con alguien pero no acompañado o solo a la misma vez;  sea que la pareja  haya decidido poner fin a la relación, en cuyo caso el hecho de volver a comenzar de cero, de ir a un nuevo hogar solo, o quedarse en la casa solo, viendo y sintiendo el vacío que el otro deja, en ambos casos generalmente la soledad se sufre y  a menudo tanto que puede llevar a manifestar otras patologías, depresión, enfermedades psicosomáticas, y más.
Yo suelo insistir en que el verdadero problema, tanto del que permite el abuso, como del que abusa de otro, radica en la identidad. No voy a ponerme a hacer un análisis completo de esto porque tendría que desviarme bastante del tema de objeto de este escrito, lo desarrollaré en profundidad en otra ocasión. Pero, por qué digo que es un problema de identidad? Porque en algún momento esa identidad que define a cada uno puede haber sido socavada. Tanto se ha hablado en los últimos tiempos de este tema que ya todos sabemos que las conductas violentas o tóxicas son aprendidas, por lo tanto sabemos que si alguien ejerce violencia es porque aprendió que “así  es la vida” (en términos muy generales), recibió malos tratos, o los vio en su casa y “decidió” que nadie lo trataría de esa manera,  y  el que permite el abuso también aprendió que “así es la vida”; qué hizo esto en esas personas en su niñez temprana? Los definió, desvirtuó, distorsionó lo que su verdadera identidad debiera haber manifestado. Desde una identidad distorsionada, difícilmente se logre ver las cosas con claridad, porque el lente con que se mira ya se empañó. Por otro lado, tenemos la cultura que nos enseña que somos “la media naranja” de alguien más, ¿eso qué significa? Ni más ni menos que si estamos solos estamos incompletos. Es cierto que somos seres sociales y que no es bueno ni saludable vivir aislados, lo que no es lo mismo que vivir solos; podemos vivir solos y estar rodeados de gente en nuestro entorno, familia, amigos, compañeros de trabajo, etc. Lo que no es saludable es aislarse, perder el contacto con los demás, y qué ironía!!, aquel que sufre la soledad suele entrar en depresión y ésta le lleva al aislamiento.
Cuando la identidad logra ser restaurada (Restaurar: poner una cosa en el estado o estimación que antes tenía), cuando la persona logra verse en la plenitud en la que fue creada, créeme,  todo cobra sentido, todo se completa (ya no se necesita  ninguna “media naranja”), la visión de uno mismo cambia, el espejo ya no muestra un “pobre tipo”, el espejo muestra a alguien con propósito, alguien determinado a llegar a su destino, alguien que no está dispuesto a perder el tiempo con lo que lo detiene o entorpece su avance.
Cómo es posible recuperar esa identidad que fue distorsionada? Para empezar, reconozcamos que quién definió nuestra verdadera identidad al crearnos fue nuestro Padre celestial. El qué creó la cafetera, la creó con un propósito y una función específica, tu ves una cafetera y reconoces la función y el propósito de ese artefacto. De igual manera, si aceptas la comparación, hemos sido creados con un propósito y una función específicos, y ese propósito y función fueron dados por nuestro creador, si al vernos al espejo no logramos ver el propósito y la función en ese reflejo, en algún momento esa identidad fue distorsionada, pero, cómo la recupero????  Yendo al creador. ¿Dónde llevamos el aparato que se rompió? Para tener repuestos originales al service de fábrica. Si vamos a cualquier tienda podríamos conseguir un repuesto, pero no funcionará como el original, o solo lo hará por un tiempo y luego vuelve a dejar de funcionar. ¿No te pasó acaso?
Cuando vamos al creador, cuando rendimos a El nuestra vida y permitimos que sea parte de ella, cuando reconocemos que ya no logramos poner en orden las cosas, al contrario la vida se tornó un desorden tan grande que aún nosotros mismos nos sentimos perdidos en medio de ese caos, y accedemos a que sea Él quien ponga el orden necesario, accedemos a que el mismo Jesús venga a habitar en nosotros, es cuando logramos tener acceso al “service de fábrica”… el mismo Jesús que por amor a cada uno de nosotros dio su vida para que  pudiéramos reconciliarnos con  Dios Padre y devolvernos su paternidad, viene a ser parte de nuestra vida, y sabes qué?, por cuanto nos devolvió la paternidad de Dios, recuperamos la IDENTIDAD de hijos de Dios y somos completados. Ya no necesitamos que alguien nos complete, ya no necesitamos agradar a nadie, o ser aprobados por nadie, ya no necesitamos luchar por dar la talla.
¿Por qué empecé hablando de soledad y terminé hablando de recuperar nuestra identidad en Jesús? Es que cuando cada uno logra comprender el propósito de su vida, aquello para lo que fue creado, cuando cada uno tiene la certeza de cuál es el camino que debe andar, cuando entiende que toda vez que está cumpliendo con ese propósito se siente pleno, ya no necesita nada más, por qué? Porque dice la escritura que Él sabe de qué cosas tenemos necesidad y hace provisión para cada uno, porque dice la escritura que Él es nuestro amigo, dice que es nuestro esposo, dice que es nuestro Padre, dice que es nuestro refugio, dice que es nuestro descanso, la escritura dice que Él es nuestro auxilio en los problemas, Él es todo y lo llena todo.
Cuando recuperamos la identidad de hijos de Dios, la soledad viene a ser solo la primera acepción de la palabra como lo veíamos en el comienzo: “Circunstancia de estar solo o sin compañía”, solo eso, una circunstancia de la que incluso podemos disfrutar, nuestro propio espacio, nuestras propias actividades, nuestros tiempos, nuestra libertad… y si…somos capaces de ya no sentir soledad, sino disfrutar de una circunstancia, de la soledad.