domingo, 27 de febrero de 2011

LA "INDEFENSIÓN APRENDIDA"-

Extraído de "LA MUJER MALTRATADA", de Graciela Ferreira.Edit sudamericana, Bs.As. 1989, Cap. III.

¿Por qué una Mujer Golpeada cree que nada podrá cambiar su situación? El que la observa tampoco puede entender su pasividad. La gente se pregunta ¿cómo no se defiende?.¿por qué no huye? Ella parece apática; se la ve como sumida en una inexplicable complacencia, que la lleva a no quejarse, no rebelarse, no desafiar, no enfrentar.
"Yo no soy una persona agresiva. No sé pelear. Trato de razonar y de hablar",expresa ante la mirada asombrada del que esta viendo las marcas del intento de estrangulamiento que le produjo su marido el dia anterior.Sin embargo, cuenta que lo que quiere es dialogar con él. Aunque estos intentos se hayan repetido sinn solucionar nada, tal comprobación queda sin registrar como experiencia o antecedente que indicaría la necesidad de un cambio de actitud. No obstante, repite el mismo circuito de acciones y siente, frente a la sugerencia de otras estrategias, que ella no podría hacer algo diferente.
Una persona no entrenada en estos casos puede llegar a sentir deseos de sacudir a esta mujer y gritarle. ¿Cómo no se da cuenta del peligro? ¿Por qué pierde tiempo en charlas inútiles en vez de ponerse a salvo? ¿Qué estupidez es esa de "halar" y "razonar" con su potencial asesino?La mujer mirará sin entender la exaltación del otro y pensará que no comprenden sus buenas intenciones de arreglar las cosas tranquilamente.
Este fenómeno desalienta a profesionales cuando no son muy experimentados en el tema. Les provoca miedo no poder intervenir como es costumbre en otras circunstancias. Entonces pueden apelar a ciertas argumentaciones que justifiquen la frustración, por ejemplo, que ella es un tanto retardada, que ella esta manejando, que no busca ayuda sino una complicidad, porque, en realidad, no debe querer cambiar nada; que es un típico caso de masoquismo encubierto, que es rematadamente imbécil y que un profesional no puede perder el tiempo tan inútilmente. En el peor de los casos, en el verdaderamente más grave, el profesional estará de acuerdo con ella de que esto se arregla hablando con el Golpeador.
Estas situaciones son especialmente difíciles desde el momento en que hay que pensar que el secreto de una correcta intervención (...) reside en pensar , sentir y hacer casi lo inverso a aquello que habitualmente se enseña como que hacer psicológico. Estas circunstancias producen mucho temor y desconcierto.
La persona que habla con una Mujer Golpeada que ha llegado a esta etapa tiene la impresión de que hay un muro, una cortina impenetrable antepuesta que impide la llegada de los mensajes. Esa experiencia es similar a la de estar frente a un animal amaestrado que no ve ni escucha sino que responde siempre de la misma manera, sin poder variar la respuesta. Aquí ya estaremos más cerca de la cuestión de fondo que aclara este fenómeno. Se trata de un condicionamiento, al estilo de los que se realiza con los animales. Pero, en este caso, ha quedado atrapado y anulado un ser humano.
¿Cómo se ha producido este resultado?
En 1975 un investigador de la U. de Carolina del Norte,EE.UU., llamado Martin seligman, publicó el resultado de sus experiencias de laborartorio. Había estado observando lo que sucedía con un grupo de perros enjaulados, sometidos a descargas eléctricas imprevisibles. Luego de un tiempo de este tratamiento, los animales presentaban una conducta de características peculiares; las más destacables eran la de pasividad y la apatía. Los perros habían aprendido que nada de lo que hicieran podía cambiar el hecho de que, en cualquier momento, inesperadamente, recibieran un shock doloroso. Llegaba un momento ,durante el curso de la experiencia, en que se les abría las jaulas para que pudieran escapar; sin embargo, no lo hacían. Es más, se resistían a ser sacado, habían perdido la capacidad de optar por otra conducta. Po ejemplo, de quella que los liberara de las descargas para trasladarse a una situación mejor. No podían irse para vivir de otra manera.
Cuando todo lo que se hace y cuando todos los esfuerzos no logran causar ningún efecto ni la situación se modifica, se abandonan los intentos y la actividad. A continuación se cae en una obediencia pasiva al entorno. Y todos los estímulos externos que sobrevengan a partir de este momento rebotarán contra el acondicionamiento operado.
Si trasladamos esta constatación al ámbito en el que se encuentra una Mujer Golpeada,diremos que sólo se necesita el tiempo suficiente para que en ella se instale la certeza de que son inútiles sus cuidados para evitar la violencia del marido. Pero esa certeza no es una comprobación consciente; es un conocimiento que se instala en su organismo, que no hace más que absorber ese clima de tensión permanente en la casa, dentro del cual no puede predecirse cómo ni cuándo vendrá el enojo, el golpe, el insulto, la humillación. Lo único seguro es que vendrá indefectiblemente. Y cada vez más seguido.
En estos casos no sucede como piensan los que opinan que la mujer provoca al hombre, que se pone pesada o lo ataca verbalmente; la verdadera Mujer Golpeada tiene sus sentidos puestos en cómo evitar molestar al marido. Se multiplica para que todo esté limpio, en su lugar, listo y a disposición del hombre. Que los chicos no hagan ruido, que no molesten o importunen al papá cuando llega de trabajar, que se aparten de su camino. La comida, la ropa, la cas en general estará como ella sabe o cree que al hombre le gusta. Se agota en calcular y prever todos los detalles. Lo observará todo y cofiará en tener todo bajo control. Tendrá la esperanza de que ya no hay manera alguna de que pueda producirse una queja o disgusto. Casi se sentirá feliz. Ha cumplido don todo lo que puede esperarse de ella. Cuando la furia aparece y se descarga sobre ella, la encuentra desprevenida y confiada. Las primeras veces se reprochará que, en realidad, no tuvo todo en cuenta, que se le escaparon algunos indicios,¿acaso no reparó en que él venía más nervioso?, ¿cómo no interpretó el golpe quen él dio con la puerta al entrar?, 'porqué no se apuró a preguntarle cuándo quería comer?. tal vez ella se demoró demasiado en poner la mesa. Y así,obsesivamente, se recriminará por todas sus supuestas fallas.
En un tiempo más se convencerá de su incapacidad y de su falta de inteligencia para resolver la situación de una buena vez. Se sentirá culpable por sus falencias como mujer ycomo esposa que no puede contentar nunca a su marido. Ya estará cerca de empezar a jugar con la idea de que se merece lo que le pasa. Este proceso de autoinculpación, de convecimiento acerca de que todo depende de ella, no hace más que reforzar la sensación de imposibilidad de acceso a un cambio Es una trampa perfecta en la que está metida. Piensa que todo pasa por ella y, simultáneamente, comprueba que no sirven para nada sus esfuerzos y ya no se le ocurren más alternativas. ¿El resultado?: la impotencia, el desgaste, la resignación, y un infinito cansancio del cuerpo y del alma. Cuando se decide a pedir ayuda, no lo hace por la violencia y el maltrato que sufre, sino para que le aconsejen cómo lograr lo que ella no atina a realizar por ser "tan inútil y tonta". Entonces preguntará cómo hablar con él o cómo darse cuenta de qué debe hacer ella para que no se desencadene la violencia del marido.
Este fenómeno fue denominado por Seligman "Indefensión Aprendida". Se trata de un desamparo condiconado que anula toda posibilidad de reacción ante la desesperanza y el repetido fracaso en parar la violencia del hombre.
La mujer no consigue admitir que las cosas pueden ser vistas de otra manera y no comprende que tiene posibilidades de salir de su encierro. Llegará a mirar, sorprendida y asustada, a aquel que le proponga irse de la casa. Desconfiará como si le hicieran una proposición deshonesta. Y le vendrá urgencia por irse de ese lugar donde hay psicólogos y abogados tan locos como para inducirla a abandonar nada menos que su casa. La sola imagen de lo que podría ocurrirle si el marido se enterase de que se atrevió a hablar con alguien de sus intimidades familiares y de que ella podría irse la inunda de un horror tal que tiene que hacer un educado esfuerzo para no salir corriendo de vuelta a su casa y encerrarse a salvo de esas extrañas sugerencias. Un sentimiento de deslealtad la invade y ahoga. De vuelta se siente culpable por haber hecho las cosa mal. Su marido tiene razón, ella no puede valerse para resolver nada. No hay duda de que se lo tiene todo merecido.
Todo esto está sucediendo dentro de la mujer cuando nos mira sin ver y nos escucha sin comprender, cuando el profesional siente la interposición espeso entre ella y los razonamientos, las demostraciones o los estímulo para obtener su reacción ante el peligro.
No se trata de masoquismo. La aparente complacencia y resignación a lo que sucede es un fuerte condicionamiento. Un impedimento psíquico concreto, producto de la reiteración y acumulación de experiencias ante las cuales la voluntad y el esfuerzo fracasan y quedan, al fin, vencidos. Cuando ya no da más, cuando toca un límite, lo que le sobreviene es una profunda depresión. Una gran debilidad psíquica que puede acompañarse por diversos trastornos orgánicos, siendo el más frecuente la anemia. Y aparece un nuevo peligro, la intervención del golpeador en el tratamiento de la salud de su esposa. El decidirá qué hacer al respecto. Por ejemplo, ponerla al borde de la muerte con medicaciones dadas a la fuerza.¡Qué mejor situación que ésta para sentir su dominio y no encontrar obstáculos en la voluntad minada de la mujer!
Romper ese condicionamiento, tenerlo presente y actuar en consecuencia es el paso previo para rescatar a muchas mujeres maltratadas. Tanto más tiempo llevará dicha tarea cuanto más abuso hayan sufrido y más se hayan acercado a la situación crónica de violencia.
(...) Hoy sabeos que este fenómeno del desamparo aprendido, típico de la Mujer Golpeada, encuentra un terreno ya abonado y reforzado por todas las situaciones anteriores vividas por cualquier mujer, que se estructuraron de manera semejante. Sobre, todo si pensamos qué carentes de recursos psicológicos defensivos están las mujeres en general y cómo están socialmente predispuestas a no emplear la violencia pero sí a recibirla. Y si no, reparemos en la cantidad de mujeres que se aguantan el manoseo en los colectivos para no pasar ellas verguenza pública por su reacción, la cual no será bien vista ni apoyada, ya que acaso, lo que sucedió, "¿no se lo habrá buscado?

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