La violación y el abuso sexual son delitos generalizados en Nicaragua, y la mayoría de las víctimas son jóvenes. El análisis policial de las denuncias de violación presentadas entre 1998 y 2008 dejó constancia de 14.377 casos. Más de dos tercios, 9.695 casos, eran de niñas menores de 17 años. Amnistía Internacional publica el informe ‘Escucha sus voces y actúa’ con el fin de visibilizar el problema y acabar con la impunidad de los agresores.
“Mi papá…mi papá de sangre fue el que me abusó. Yo fui violada desde los nueve años hasta los catorce... A veces me golpeaba tanto que al día siguiente no podía ir a clase”. Connie, 17 años, Managua. Así, a través de los testimonios más directos, Amnistía elabora este informe que busca “poner de manifiesto esta crisis de derechos humanos, esta situación de indefensión”, explica Nieves Gascón, portavoz para Nicaragua.
La principal denuncia de la organización es la estigmatización de las víctimas que en muchos casos son culpadas. Los agresores más comunes son miembros del entorno familiar y comunitario lo que empeora la situación. El informe pone de manifiesto que las niñas en Nicaragua se enfrentan a enormes obstáculos para denunciar la violencia sexual y, por ello, la gran mayoría sigue sufriendo en silencio.
Muchas son amenazadas e intimidadas por sus agresores, y no ven la posibilidad de denunciar el delito y ponerse a salvo. La mayoría carecen de acceso a información sobre los delitos sexuales o sobre cómo buscar ayuda. Las actitudes sociales negativas hacia las supervivientes de violación y las adolescentes, y el hecho de que el sexo siga siendo tabú en Nicaragua, también hacen que muchas de ellas no se atrevan a denunciar los abusos sexuales. La violación, especialmente la de niñas, frecuentemente no sale a la luz hasta que se produce un embarazo.
En estos casos el problema se hace aún mayor ya que, desde 2006, en Nicaragua se han prohibido todos los abortos, incluso para las mujeres y niñas que han sido violadas o cuya vida corre peligro. “Lo grave es que las víctimas no son atendidas”, denuncia Gascón. Añade que “falta prevención y reparación, justicia, atención médica, psicosocial, derecho al aborto”. ¿Qué hace el gobierno nicaragüense? Amnistía lo tiene claro: “oídos sordos”, asegura Gascón.
La organización pide la creación de un plan nacional integrado para prevenir la violencia sexual y para proteger y respaldar a las supervivientes. Según Amnistía, la magnitud del problema exige una respuesta decisiva, integrada y coordinada de las autoridades. “Durante demasiado tiempo, las voces y el sufrimiento de las supervivientes de violación y violencia sexual han sido sofocados por quienes ocupan el poder, quienes deciden el destino de estas supervivientes sin tener en cuenta sus esperanzas y miedos”, sentencia el informe ‘Escucha sus voces y actúa’.
Fuente: http://www.amecopress.net/
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viernes, 30 de septiembre de 2011
Violaciones de niñas en Nicaragua: no más impunidad
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